“Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación.” Salmos 100:5
Cada año, durante el mes de abril, junto a los estudiantes y profesionales del Grupo Bíblico Universitario de Chile, dedicamos un tiempo para celebrar la fidelidad de Dios a través de las generaciones.
Es hermoso recordar cómo el Señor nos ha guiado a través del tiempo. El Boletín Intercesor de la CIEE del año ‘63 incluye dentro de sus peticiones: “El pequeño grupo formado en mayo en Temuco, solicita oración. Su consigna es: ‘No temas ir despacio; sólo teme no avanzar’…Oremos que el Señor de a los muchachos de Temuco un espíritu de oración y perseverancia. Pidamos que el Espíritu de Dios guíe a Felicity en su nueva situación”. Ese año, existe registro de 3 núcleos incipientes que luego desaparecieron; sin embargo, el 6 de abril de 1964 un pequeño grupo de estudiantes, junto a Felicity Houghton comienzan a reunirse en Santiago, y sabemos que es sólo la misericordia de Dios que nos ha sostenido durante todos estos años.
Este 2020 celebramos nuestro 56 aniversario, en el marco de una crisis social que en nuestro país se ha visto absorbida por la pandemia global del COVID-19. Sin embargo, si miramos nuestra historia, hay desafíos que parecen repetirse en el tiempo. El quiebre que vivió nuestro país alrededor del año ‘73 representó un desafío para quienes querían evangelizar en la Universidad: “Sin embargo, el recién formado GBU siguió creciendo, con la ayuda de Dios, el paciente trabajo de Felicity y la perseverancia y valentía de los líderes estudiantiles.”
Desde octubre de 2019, el país se ha enfrentado a un cambio social que ha visibilizado muchas preguntas y desafíos sociales, políticos y económicos. En Al Sur de Nuestra Historia (Ossa, 2010) encontramos el testimonio de Gemima Cortés: “Cuando entré a la universidad me di cuenta de que yo era una ‘pollita’. Venía de un hogar evangélico, en mi casa no se hablaba de violencia, maldad o justicia social. Llegué a estudiar a la Escuela de Economía de la Chile y allí se debatían temas de justicia, pobreza y otros vinculados. Todos los jóvenes estaban muy inquietos con lo político, con las huelgas. Se hablaba de un cambio revolucionario en las estructuras, esa era la gran palabra ’cambiar las estructuras’…”, actualmente, esas palabras podrían ser usadas por cualquier estudiante cuando surgen temas de educación, salud y política, entre otras.
La Pandemia Global nos encuentra en este contexto, una sociedad llena de inseguridades, y cada vez más desesperanzada. A esto, se suma el teletrabajo, las clases online y las juntas por video llamada. Sin embargo, los estudiantes han encontrado nuevas estrategias de hacer misión en la Universidad. Si quieres saber más de los GBUístas, puedes leer aquí.
Todos estamos aprendiendo, incluso a celebrar desde la soledad y manteniendo distancias. Hoy, una de nuestras mayores armas es la prevención. Evitar que se propaguen secreciones: besos, tos, estornudos, manos contaminadas y evitar el contacto directo: tocarse la cara, abrazos, estar a menos de 1 metro de distancia. Nuestros cuerpos no están preparados para el COVID19 y tampoco hay una cura específica, incluso el contacto indirecto con objetos contaminados podría transmitir la enfermedad.
Para los que podemos, quedarnos en casa es una muestra profunda de amor al prójimo. Mantenernos en oración e interceder por nuestras autoridades y para que se detenga el avance de la enfermedad manifiesta nuestra profunda confianza en las escrituras. Los que estudiamos carreras asociadas a los números, vemos respuestas en las estadísticas o incluso en las inversiones asociadas para resguardar a la población. Los que han estudiado letras o carreras asociadas a humanidades, encuentran cada vez más profundidad en los relatos de quienes luchan contra el virus o están angustiados por lo que sucede… Y así, cada uno de nosotros estamos enfrentando esta pandemia desde nuestras esquinas del conocimiento. Sin embargo, todos sentimos especial gratitud por quienes cada día deben hacer práctico su amor atendiendo a los enfermos y contagiados. Es verdad, hay muchos actores en estas historias, pero médicos, enfermeras, paramédicos, técnicos, estafetas y cada uno de los que hace parte de los equipos administrativos en los centros de salud enfrentan esta situación en primera línea.
Los cristianos también tenemos un rol fundamental que cumplir además de nuestras tareas cotidianas, podemos orar. Y esta es nuestra mayor arma, la oración. La oración no es un acto mágico que cambie las circunstancias a nuestro parecer. Sin embargo, la oración nos permite volvernos al creador en intimidad y confianza. Podemos orar por nuestros amigos que trabajan en los sectores de salud, podemos orar por nuestras autoridades que nos gobiernan para que las políticas públicas favorezcan a quienes lo necesitan, podemos orar con el único propósito de pasar tiempo con Dios. No sólo estudiamos y trabajamos construyendo el Reino desde nuestras profesiones, también podemos cambiar el mundo a través de la oración. Que en estos días, podamos apropiarnos de las palabras de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar”. (Lc 11:1).
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