Permítanme reducir por hoy la cuestión política y definirla de manera sencilla como, nuestro entendimiento de la “cosa pública”, aquello que a todos nos interesa y las reglas que respetamos en la administración de nuestra casa común.

Pido también una segunda licencia, de que descartemos de manera inmediata la barbaridad de que “la política no importa”; estos extendidos meses de pandemia nos han mostrado de forma concreta que, la administración política va afectar el día a día. Que, en la pérdida de empleos, la contención de contagios, inequidad, acceso a recursos y educación (ni hablar de los profes traídos desde el espacio exterior y tantos otros chistes que se oyen en la arena pública), la vida de las personas es afectada. La política importa.

De esto, sólo dos consejos si han podido llegar hasta aquí.


QUE NOS IMPORTE.

Que nos importe la cuestión política, más allá de la “militancia” personal, que podamos ejercer un discernimiento activo, concreto y práctico, que conectemos nuestra fe a la realidad del día a día, y hagamos el ejercicio de realmente escuchar a la cultura y administración de la casa que está alrededor.

Cuando entre nosotros reina la apatía, dejamos nuestras ciudades a la suerte de cosmovisiones que desprecian la vida, la solidaridad y el cuidado mutuo.

Cuando dejamos de participar, afirmamos que el destino de nuestras naciones es “estático”, que las cosas son como son, y que el Reino de los cielos ya no puede venir a habitar en nuestras realidades. Debemos recordar que tenemos una nube de testigos, hermanos y hermanas que fieles al mensaje y la esperanza de Jesús, decidieron creer que esclavitud, discriminación, y muerte no tenían que ver con la realidad del cielo entre nosotros y fermentaron la masa hasta dar vida y luz a nuestras naciones.

No creo que la “política” sea la única área que transforma nuestra realidad, pero abdicar nuestra responsabilidad sobre ella tampoco lo hará.


CONTEMOS BIEN.

El segundo consejo, es que aprendamos a contar.

A raíz de las elecciones venideras volvemos al mismo debate, “¿Cuántos somos?” Si se me permite aquí la confesión, me da un poco de pudor que líderes eclesiásticos alardeen de “ser muchos”, de haber grandes porcentajes de evangélicos, de poder mirarnos a nivel país como una “fuerza política”, porque ya somos un 18%…. pero, reconozcamos que, muy a nuestro pesar, la temática de nuestras ciudades sigue siendo abandono, soledad, drogadicción, violencia…  ¿De que alardeamos? ¿de nuestra propia ausencia?

Aprendamos a contar, y por favor contemos no cuantos evangélicos somos, sino cuanto del evangelio hay entre nosotros.  Cuantos están dispuestos a servir, a lavar pies, a entregar su vida.

Aprendamos a contar, y por favor contemos no cuantos evangélicos somos, sino cuanto del evangelio hay entre nosotros.  Cuantos están dispuestos a servir, a lavar pies, a entregar su vida.

Esta reflexión podría continuar, y espero sinceramente que puedas hacerlo. Servimos con la esperanza de que un día todas las naciones serán renovadas, se unirán en un canto de alegría (Ap. 9:7). Que en el viaje hasta ese lugar podamos manifestar esa alegría futura.

“El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de todas las naciones”

Génesis 49:10 NVI

Pablo Galaz actualmente trabaja a media jornada como asesor del GBU para la zona Austral del Chile, participó del programa de formación de obreros y luego fue parte de IFES Breaking New Ground. Estudió Derecho, carrera que ejerce a la par de su trabajo en el GBU.
Durante el último año, junto a su esposa Grace Garrett se encuentran plantando la Iglesia El Árbol en la Ciudad de Pta. Arenas.