Cómo entender el pietismo desde una visión práctica y concreta, puede ser algo complicado de conseguir. Héctor “Tito” Zavala cuenta su experiencia en esta doctrina desde su perspectiva como el primer obispo de la Diócesis Anglicana de Chile, pero también desde la visión de un sencillo servidor de Cristo.

Cuando vivimos encerrados es muy fácil ensimismarnos y no ver más allá de nuestra propia nariz. La necesidad del otro a veces es “taponeada” por nuestra propia necesidad. Sin embargo, el llamado del Evangelio no está en conformarnos con eso, sino en buscar primero el Reino de Dios y que eso nos lleve a mostrar la imagen de Jesús en nuestras propias acciones y en un estilo de vida piadoso.

Entendemos que muchas veces, en estos asuntos, es más fácil decirlo que ponerlo en acción. Por lo que quisimos conversar con Héctor Zavala, un referente y apasionado por la doctrina de la piedad, con más de 40 años sirviendo a la causa de Jesús y una vasta experiencia participando y desarrollando proyectos en pos de otras personas.

Héctor Zavala se define como un cristiano nacido de nuevo y un servidor de Cristo: en el pastorado, en el cargo de obispo y ahora como arzobispo. Pero lo importante para él es que todos somos servidores de Dios. De manera que sus títulos de máster y doctorado en teología obtenidos en el extranjero, por más que los círculos formales insistan en elevarlos, él los considera en menos.

Héctor Zavala asumiendo como Primer Prelado de la Provincia Anglicana de Chile.
Foto: Anglican Archives

¿Cómo fue su llegada al Evangelio y, específicamente, a la Iglesia Anglicana?

Yo soy de Valparaíso. Nací en una familia Católica Romana, pero nunca me comprometí con esa iglesia. A mi hermano menor, Willy, lo invitaron a una iglesia anglicana y vi un cambio en él y en su vida, eso me encantó en primera instancia. Luego, me invitaron un evento navideño de una Iglesia Anglicana y ahí me llamó mucho la atención la alegría de las iglesias “canutas” y la vestimenta de pastor, que se parecía mucho a la de los curas, pero que estaba casado. Empecé a asistir a la iglesia y luego de un mes asistiendo me entregué definitivamente a Cristo. Yo celebro mi encuentro con Cristo los domingos de resurrección. Fue un domingo de resurrección de 1972. Esta semana santa celebré 49 años siendo cristiano. El próximo año si Dios quiere celebro los 50. Yo llegué a la Iglesia anglicana porque es la familia que Dios me dio, no porque haya hecho una investigación teológica comparativa.

Cuéntennos cómo fue que conoció al GBU.

GBU es parte importante de mi vida. Mi conversión fue cuando estaba en cuarto medio, en abril del 72. Cuando empecé asistir a los cultos de los domingos conocí a la misionera Marshall, que es como la Felicity, en ese tiempo era asesora y vivía en Valparaíso. Me cateteó mucho para que me integrara a GBU. Todos los domingos me decía que participara cuando entrara a la Universidad. Yo di la prueba y quedé. Ella me llevó al GBU de Valparaíso. En esos tiempos los encargados eran Moisés Saravia y Pablo Gutiérrez hijo. Yo llegué a través de esa misionera, anglicana también.   

¿Cómo ha sido, personalmente, su relación con la doctrina de piedad? ¿Ha sido un desafío o ha sentido cierta facilidad para llevarla a cabo?

Siempre va a ser un desafío. Pero al mismo tiempo no me ha sido tan complicado. El día que me entregué a Cristo en esa vigilia, vino otro mensaje dado por la esposa del pastor, en el que se hablaba de la búsqueda de obreros de Dios. Yo me puse de pie y pasé adelante. Solo tenía minutos de convertido. Ese fue un paso de entrega a Dios y de tremendo compromiso hacia él. Esto me llevó a estar en una búsqueda constante de Dios.

«Uno de los varios desafíos que Dios me ha ido poniendo desde mi conversión fue la piedad. Al final, la piedad implica tener misericordia. Ha sido un desafío por mi naturaleza pecaminosa, pero al seguir a Cristo y permitirle trabajar en mí, no ha sido tan difícil».

Nos interesa especialmente esa intersección entre la piedad y la Iglesia Anglicana. ¿qué nos puede contar de eso?

Yo te diría que ha sido muy bonito y desafiante, pero no ha sido difícil. La Iglesia anglicana tiene 4 etapas desarrollo como Iglesia. Empezó en 1810 con la capellanía inglesa. Como estaban prohibidos los servicios no católicos, los grupos europeos tenían que traer sus propios capellanes y los cultos eran en inglés. En 1885 llegan misioneros a trabajar con los mapuche. Porque ellos era los “no cristianos” que vivían en Chile. Solo nos dejaban trabajar con ellos. Y ahí fue cuando llegó William Wilson, médico escocés y atendía pacientes gratuitamente. Es por eso por lo que la piedad ha sido tan orgánica desde el inicio.

La iglesia se asentó entregando salud a los mapuche y a las otras personas de la Araucanía. Hubo un dispensario médico que después pasó a ser un hospital rural. También se creó un colegio agrícola para enseñar agricultura a los mapuche. Todo lo que significa la “Misión Integral” de la que tanto se habla implica mostrar la misericordia el amor antes de predicar el evangelio.

¿Cuáles cree que han sido los grandes desafíos para aplicar la piedad en tiempos de pandemia?

El gran desafío que hemos tenido como iglesia ha sido, primero, entender que no podemos hacer todo lo que quisiéramos. Empezamos entregando canastas de mercadería a las familias más afectadas de nuestras comunidades. Actividad que todavía continúa. Segundo, el tema de la salud mental. Tenemos la organización CAMDES, que nos organiza. Ellos reclutan psicólogos y psiquiatras para ayudar a nuestra comunidad y a los individuos más afectados. Y tercero, la misión que tenemos con las personas de tercera edad, pues son personas que están muy solas. En nuestras iglesias encargamos a personas comunes y corrientes para que les llamen y hablen, sin ser especialistas en salud mental. Ha sido muy efectivo. Las personas se terminan encariñando con “los viejitos” a los que acompañan. Ha sido muy bonito. Además, hemos organizado charlas y conferencias para capacitar a quienes hacen estos acompañamientos. También trabajamos con mamás solteras y mujeres haitianas en situación de pobreza.   

¿Cuál cree que debe ser el lugar de la piedad en nuestras congregaciones y en nuestros movimientos?

Debiera ser una prioridad el concepto de la piedad. Porque Dios es un dios bondadoso, de misericordia y de piedad. En Éxodo 34:6 dice que Jehová es piadoso, tardo para la ira y pronto para la misericordia y la piedad. También Pablo habla de la gente que “se viste de piedad”. Entonces, la piedad siempre debe aplicarse con el que está sufriendo. El cristiano debe saber tener compasión con el que la está pasando mal, sobre todo cuando tengo la posibilidad de ser indiferente, que es lo que Dios no quiere. La piedad es una acción. Sin acción no hay piedad. Cuando el salmista dice “Ten piedad de mí, oh, Dios”. Lo que significa es que está buscando una acción de Dios. Y en Hechos se habla de hombres piadosos, personas que hacen algo por otras. Una iglesia que no se mueve no es una iglesia piadosa. Una iglesia dijo “¿a dónde podemos ir para ser piadosos”? Y fueron a un hogar de niños con trastornos mentales severos y les ayudaban en todo lo que podían. En el fondo, todo cristiano debe ser piadoso.

¿De qué forma cree que podemos seguir creciendo y desarrollando en la piedad que nos enseña Jesús en este contexto?

Uno aprende a ser piadoso viviendo vida comunitaria. Al final es la comunidad la que a nosotros nos mueve, la que nos guía y enseña. Es muy extraño que yo desarrolle piedad solo. Necesitamos que alguien diga “hagamos esto” y eso nos mueve. Claro que debe sustentarse en la lectura de la Biblia y oración. Cuando la Biblia se refiere a hombres piadosos, se nos muestra que estos siempre son “movidos”, metidos en la oración, en el estudio de la palabra y que viven una vida en comunidad súper atenta. Hay cristianos y hay iglesias que no hacen comunidad. Son domingueros, pero no tienen acciones continuas durante la semana. Estas acciones de misericordia y de piedad siempre nacen de actividades ajenas al culto principal del domingo.

«Al final, la piedad nace de la constancia, la misma que nos enseñó Jesús en todos los aspectos de su vida».

¿Qué mensaje, relacionado con lo que hemos conversado, daría a las personas que nos leen?

Mi mensaje sería decirles que no se cansen de buscar y que sean un hombre o una mujer piadosa. Al final, ese es el carácter de Cristo. También les diría que busquen una comunidad que les desafíe a ser piadosos y servir a quienes lo necesitan. Y, tercero, que no se queden solos y que motiven a otros a ser piadosos.