“El Señor es completamente capaz de poner la cantidad justa en nuestra cuenta en el momento oportuno para financiar sólo los gastos correctos”

Steve Sadrach (2013)

Cuando yo era estudiante, Carmen Castillo era la Secretaria General, recordaba partes de una historia donde Dios había provisto la cantidad justa. Les comparto los detalles que vivimos hace un par de años: 

El calefont de Río Quino se había dañado, y Carmen nos contó con mucha humildad como se había enojado con el Señor y como su oración presentaba una defensa acerca de las necesidades del movimiento reclamando el cuidado de Dios porque no podíamos comprar un nuevo calefont. Sin embargo, aunque el presupuesto de la caja nacional no incluía este incidente, el presupuesto divino si lo tenía considerado. Bastó una llamada del administrador, informando de una donación en dólares, de una profesional viviendo en el extranjero, para recordar que Dios siempre está en control. La donación cubrió el monto justo y los reclamos se transformaron en lágrimas de gratitud y agradecimiento por el cuidado divino. Y es que Dios puede proveernos, incluso mucho más de lo que necesitamos.

Primero, debo confesar que me costó decidir el libro para la reseña desde mi rol como coordinadora de movilización de recursos; sin embargo, me decidí por el Pedido Divino porque Steve Sadrach relata de forma práctica y relevante cómo pensar sobre Dios y las finanzas cuando estamos levantando fondos, entrega material útil para guiar a obreros cristianos a medida que siguen la voluntad de Dios y obtienen apoyo personal en oración, y nos desafía con historias de éxito que incluyen a obreros que recaudaron el 100% de su apoyo en cien días.

“Nuestra cultura podría tratar de empujarnos hacia un trabajo “real” o algún ministerio que realmente te pague un sueldo, pero este concepto de obreros cristianos que reciben un sueldo garantizado es una idea mayormente occidental y denominacional de los últimos cien años. La mayoría de los obreros cristianos a tiempo completo son “misioneros de fe”. En otras palabras, no se les garantiza recibir el cheque de oro mensual. En cambio, viven y ministran por las dádivas financieras de los demás”.

Steve Shadrach, El pedido divino

¿Cómo planificamos nuestras finanzas familiares y organizacionales? ¿Qué rol cumple la iglesia en el apoyo a los ministerios estudiantiles? ¿Cuánto dependemos del dinero para nuestra autoprotección, búsqueda de seguridad y bienestar?

Steve nos recuerda que levantar fondos es asunto de Dios. Resalta la importancia de primeramente dedicar tiempo a orar por a quién preguntar e invitar a unirse y luego tomar la iniciativa de preguntarle directamente, también menciona la importancia que debe tener compartir nuestra visión al momento de invitar a otros, teniendo siempre presente que cuando alguien da a nuestro ministerio, realmente le está dando a Dios y entrega consejos de su propia experiencia.

Los obreros que trabajan en los movimientos estudiantiles donan su tiempo, talentos y tesoros para compartir el Evangelio en los centros de educación superior. Y hay un común denominador entre quienes se dedican a levantar fondos y los autores que escriben al respecto, todos reconocen el temor de los obreros cristianos a pedir dinero. Y es que pedir dinero pone en riesgo las relaciones y deja en evidencia los posibles rechazos. Sin embargo, debemos recordar que quienes estamos llamados a levantar sustento, hemos sido comisionados por Dios para invitar a otros a unirse a lo que Dios está haciendo.

La propuesta del autor capitaliza el apoyo de las personas, anima a compartir nuestra visión y nos recuerda que necesitamos de una iglesia. El libro no es una receta infalible, el mismo autor reconoce algunos puntos débiles en su propuesta, y siempre debemos revisarlo todo a la luz de las escrituras; sin embargo, es un libro muy motivante que nos llama a la acción. 

Algunos puntos débiles podrían ser:

  • No siempre podemos concretar una cita presencial con nuestros posibles colaboradores (mucho menos en tiempos de covid-19) y esta sugerencia aparece entre los requisitos básicos.
  • Hay quienes podrían objetar su visión en relación a las donaciones de no creyentes y la noción de buscar activamente el apoyo de un incrédulo con el objetivo de ganarlo para el evangelio,
  • y pareciera ser que el autor minimiza el rol de las iglesias en las misiones, dando mayor realce a la colaboración individual. Sin embargo, cuando se levantan fondos si bien se debe buscar el apoyo de las personas, debiéramos complementarlo con el apoyo de las iglesias locales, no sustituirlo.

Por último, debo mencionar que las organizaciones basadas en la fe debemos ser muy cuidadosas de no forzar ni manipular a la gente al momento de invitarlos a ser parte de la misión. Y siempre debemos reconocer el rol de las iglesias locales en el apoyo a las actividades que realizamos ¿Eres asesor/obrero y estás levantando fondos? ¿Eres colaborador del GBU u otra organización misionera? ¿Qué te motiva a dar?

“cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría»”

2 Corintios 9:7

¿Cuál es tu relación con las organizaciones misioneras? ¿Tus presupuestos incluyen a tu iglesia local y/o al GBU?  “En América Latina no todo se resuelve con dinero, tenemos creatividad, comunidad; no tenemos dinero, pero tenemos amigos, y el dinero no marca la agenda.” (Bahena, 2020). Sin embargo, tenemos el desafío de potenciar el alcance de los grupos bíblicos en los centros de educación superior de toda América Latina, pensando la misión desde la vulnerabilidad y la comunidad, sin dejarnos gobernar por el dinero ni las estructuras de poder. 

Tenemos el desafío de potenciar el alcance de los grupos bíblicos en los centros de educación superior de toda América Latina, pensando la misión desde la vulnerabilidad y la comunidad, sin dejarnos gobernar por el dinero ni las estructuras de poder.

¿Cómo puedes hacerte parte? Ora, comparte y dona.

“O Señor, por favor, muéstrame si me he desviado de tu camino en algún lugar. Quiero ser enseñable. Abre mi mente y mi corazón. Dame valor para mirar mi propia vida y permitirte hacer cualquier cambio necesario. Si hay algo de lo cual necesito arrepentirme, o volver a comprometerme, o estudiar y evaluar más profundamente, o si hay algo que tiene que ser una convicción y no meramente una creencia, te ruego, Espíritu Santo, dame la humildad y el poder para hacerlo. En el nombre de Jesús”