La originaria de Valdivia tiene una trayectoria gbuísta de más de 20 años, donde ha podido servir en la misión universitaria a través de diferentes cargos a nivel local y nacional. Hoy es parte del Equipo Regional de IFES América Latina, donde es coordinadora subregional del Conosur, acompañando a los países de Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile.

Desde que era una niña Carmen creció escuchando historias de misioneros y cómo estos recibían su llamado a servir al Señor. En ese momento “la misión” no parecía algo tan relevante o claro, pero con el paso de los años, esta visión cambió. Carmen Castillo no solo entendió este “llamado” que había escuchado en su infancia, sino que ella misma logró verlo a un nivel personal. Una vez dentro de la universidad, y pese a que siempre participó en su iglesia local activamente, allí en su lugar de estudio, pudo entenderse a sí misma como una misionera. Admite que este cambio de visión fue, en gran parte, gracias al Grupo Bíblico Universitario de Chile (GBU). 

Carmen Castillo entró a la Universidad Austral el año 1996. Allí, a través de un primo logró conocer el GBU, participó del núcleo de derecho y conoció el Estudio Bíblico Inductivo (EBI), que, en sus palabras, le “voló la cabeza, pues estaba en una búsqueda más profunda y real de Dios y esto de llegar a la Biblia y que el texto te hablara era maravilloso”.

¿Qué te motivó a seguir participando del GBU?

En el GBU encontré un grupo de pares, que estaban viviendo desafíos similares, y que tenían esta idea loca de evangelizar en la Universidad. Además, tener el acceso a literatura que no era tan conocida para mí, y poder llenar esos vacíos que existen en la fe, pero que cuando uno es líder cuesta mucho reconocer, fue un punto muy importante. El primer libro que leí fue “Fuera del Salero” de Rebeca Pippert, y por ese libro me quedé.

Con el paso del tiempo, Carmen siguió creciendo tanto espiritualmente como en su amor por el servicio en la misión universitaria. Fue así como logró ocupar diferentes cargos dentro del GBU. En el año 2000 fue secretaria ejecutiva, un año más tarde fue parte de la DEN (2001-2002), en el año 2003 fue invitada para ser asesora de la ciudad de Santiago, y tres años después, en el 2006, asumió como Secretaria General, posición que mantuvo hasta el 2012.

A medida que pasaron los años, gran parte de su vida fue acompañada del GBU. Actualmente es egresada de Derecho y licenciada en Filosofía. Está casada con el también, ex gbuísta, Jorge Antileo y es madre de Matilde. Y además es parte del equipo regional de IFES América Latina, siendo coordinadora subregional del Conosur. Dirigiendo también el trabajo de Indigenous Support Development en la región, y participando de los equipos globales de Ministry Impact y Strategic Planning. 

¿Qué experiencias nunca creíste que podrías experimentar, pero lo has hecho gracias al GBU?

El GBU me permitió, primero: ser misionera en mi propio entorno, compartiendo a Jesucristo con mis propios compañeros y entendiendo a la Universidad como mi campo de misión, luego moverme a una ciudad diferente, y acompañar a otros en este mismo proceso, y hoy en día, no solo ir a otros lugares, sino que trabajar en conjunto con diferentes personas del mundo en pro de un motivo común: que estudiantes universitarios de todo el mundo puedan conocer a Jesucristo. Ese es el Señor a quien sirvo, ese que escucha la oración que haces en lo más secreto y te invita a ser parte de la extensión de Su Reino. ¡Qué Señor tan maravilloso!”

¿Qué significa para ti la misión universitaria? ¿por qué es tan importante?

La Universidad es un espacio de crecimiento y de apertura hacia el mundo, en que deberíamos ser capaces de hacernos preguntas importantes no solo en lo personal, sino que en nuestra fe y en nuestra sociedad. En el medio universitario, hay quienes buscan respuestas hacia su vida, en un espacio esencialmente dialogal. En ese lugar, la presencia de Jesucristo es realmente transformadora para quien lo oye por primera vez, o lo escucha de una manera franca y dispuesta a ser conversado.

Jesús no es solo el buen amigo que te da una palmada en la espalda, es el motivador esencial en los cambios de paradigmas del ser humano, pues Él siendo igual a Dios no lo tuvo como algo a qué aferrarse, sino vino a servirnos y a dar su vida por nosotros, ¿qué mayor paradoja es esta en una sociedad individualista, orientada al éxito y despreocupada de los desposeídos? 

En la Universidad es donde se forjan los líderes de nuestras sociedades, de nuestras frágiles democracias, y si somos capaces de compartir a este Jesús radical, probablemente podremos hacer un gran cambio no solo en nuestras vidas, sino en el mundo entero. 

Los desafíos de la misión

Sin lugar a dudas, la trayectoria de vida de Carmen Castillo ha sido enriquecedora para sí misma y para quienes han tenido la oportunidad de conocerla o escucharla en algún evento. Sin embargo, el camino en la misión también incluye varios desafíos.

Carmen señala que un desafío en sí mismo ha sido “el hecho de ser mujer en un entorno visiblemente masculino”. Pero que, en este reto también ha logrado aprender: “El aprendizaje personal para mí ha sido que la obra no se trata de mí como mujer, sino de Dios como Dios del Universo, así que cada vez que algún líder hombre intentaba menospreciar el trabajo, recordaba quién era mi ‘verdadero jefe’ y eso ayudaba mucho. Por otro lado, también el tener a mi alrededor grandes hombres, sin complejos, que me sustentan y apoyan hasta el día de hoy, es una muestra de que el Reino de Dios se construye desde lo pequeño”.

Otro reto que destaca tiene que ver con el apoyo económico, pues, “es difícil tener que levantar tu propio salario o, mejor dicho, es difícil tener que convencer a otros que apoyen económicamente la obra estudiantil. Es evidente el versículo que dice que donde está tu tesoro allí está tu corazón, y ¡veo a tantos con su corazón en el materialismo una vez que salen de la Universidad! Las lecciones son, que aquellos que tú menos esperas son los más generosos, y que el Señor quiere hacer su obra con el que va, pero también con el que envía”, explica Carmen.

Y definitivamente, un desafío que nos ha tocado a todos los gbuístas tiene que ver con continuar la misión universitaria en medio de una pandemia mundial.

¿Cómo continúa la misión en la universidad cuando no se está yendo a la misma de forma presencial? 

La misión nunca se detiene, y el hecho de no estar allí, en el campo de misión, no significa que no estés en contacto con aquellos que necesitan a Cristo. Hay distintas formas de continuar, una muy básica es orando. Quizás recuerdas los espacios comunes, los profesores, los amigos: ora por ellos, que el Espíritu Santo te guíe en cómo orar, y pídele al Señor oportunidades para saber cómo están y conectar nuevamente.

Las clases han seguido, y siempre hay compañeros que necesitan ayuda, no solo con las materias sino con su vida personal, darte un tiempo para compartir puede ser un bálsamo para sus vidas además de darte la ocasión de contarles cómo Jesús te ayuda en tus propias vivencias. A lo mejor, alguno de ellos jamás iría a un núcleo presencial, pero oculto detrás de la cámara apagada de su Zoom puede animarse a escuchar y a participar de un estudio bíblico. 

Siendo un buen estudiante también es una manera efectiva de presentar al Dios de todo lo creado, no lo desestimes. En fin, el Espíritu Santo es mucho más ocurrente que yo, así que pregúntale directamente a Él cómo puedes mostrarles a tus compañeros al Jesús que amas.

La semana del 7 al 14 de febrero, se llevó a cabo la “Semana de Encuentros” del GBU, donde Carmen también fue parte, al exponer sobre el “Dios del universo, Dios de la universidad”.

En la semana de encuentros, estuviste hablándonos respecto a cómo el Dios del universo, se preocupa también de mis estudios y mi carrera ¿Por qué crees que es necesario aclarar esto? ¿Qué hace creer a los estudiantes que Dios no se preocupa por su carrera universitaria?

Creo que muchos de nosotros creemos que Dios es Dios solo en la iglesia: ahí Él puede ser exaltado, glorificado, tiene el poder y la autoridad, pero cuando salimos de allí, Dios se desentiende y vuelve a esconderse detrás del púlpito hasta el próximo domingo. Pensamos así porque hemos separado la esfera sagrada de la secular, y eso nos impide pensar en Dios, como Dios del Universo, como al Dios que le importa en sobremanera su creación y lo que tú haces en público y en privado. 

A Dios le interesa todo de nosotros, es más, Él puso los dones, las habilidades y el deseo por conocer lo que estamos aprendiendo en la Universidad. A Él le encantan los extrovertidos que son capaces de pararse en medio del campus y predicar, pero también ama a los introvertidos que están felices analizando una muestra del ADN de un virus desconocido; en ambos lugares Dios se puede glorificar.

Pablo llama a los filipenses a pensar bien en todo lo verdadero, lo respetable, lo justo, puro, lo amable, lo digno de admiración, todo lo que sea excelente o merezca elogio, y en cierta forma esto es lo que hacemos cuando estudiamos una carrera universitaria, podemos ver lo bueno, verdadero, justo y puro que Dios ha creado, y que ha puesto bajo nuestra administración. 

Carmen explica que, al tener esta cosmovisión, se puede ver a Dios en todas las cosas y situaciones. Y continúa: “¿No es acaso esto lo que necesitan nuestras sociedades en el mundo?, ¿no es acaso la presencia de Jesús activa, que solo puede darse a través de sus hijos trabajando para Él en la extensión de Su Reino?”

Con todas las experiencias y aprendizajes vividos por Carmen, su humildad y amor por el servicio ha seguido aumentando. Su vida en la misión es un ejemplo para todos los miembros del movimiento, y a la vez, la oración y el anhelo de Carmen tiene que ver con lo que puede lograr Dios con el GBU y sus estudiantes: “Es mi oración que Dios use al GBU para hacernos ver la importancia de nuestro campo de misión y de la formación que recibimos en nuestras universidades, y me encantaría ver en los próximos 15 o 20 años un mejor Chile, una mejor Latinoamérica gracias a los profesionales que pasaron por este movimiento”.