Bitácora de viaje:

Mirar el camino recorrido y soñar hacia delante.

Hubo una época de mi vida donde salí más de una vez a acampar y hacer senderos largos. Recuerdo que después de un campamento del GBU nos fuimos mochileando con mi hermana menor y una amiga, y continuamos al sur con la meta en Chiloé. Algo que siempre nos alegra de ese viaje es que descubrimos que nos logramos organizar muy bien. Un viaje así, puede incluso terminar con algunas amistades. Nos pusimos de acuerdo sobre las compras para alimentarnos, cuánto podíamos pagar, me tocó llevar un pequeño registro diario de gastos y lugares que recorríamos. Cada día nos desplazamos y cada noche nos instalamos en un camping. Cada una tenía un rol, y nos habíamos hecho un ritual de instalación donde todas teníamos una función. Cada siguiente día de retomar la ruta, revisábamos el plan del día y nos poníamos de acuerdo sobre cómo avanzar, y mientras levantábamos el campamento, nos redistribuíamos las cargas de las mochilas. Si alguna estaba muy cargada, nos repartíamos con las demás y nos turnábamos para llevar la carpa. Tuvimos una muy buena experiencia, no todo salió como lo planificamos pero esa flexibilidad del equipo nos deja siempre un buen recuerdo.

Me gusta pensar que el año en el GBU es como una ruta de senderismo de largo aliento. Donde no caminamos solos, vamos en grupo y hay momentos para comer y descansar, armar la carpa y buscar cómo calefaccionarse, y momentos para avanzar lo que más permite la luz del día. Esos momentos de detención deben ser acordes a la necesidad del equipo, aún cuando tengamos un itinerario marcado con metas que cumplir. Cuando avanzamos en el camino, también avanzamos con cierto cansancio de la ruta, los ritmos no son los mismos que cuando iniciamos, pero reorganizando las cargas de las mochilas, hacemos que la ruta sea más realizable.

Al comenzar este segundo semestre te aconsejo que sea cual sea tu rol en este sendero, reúnete con tu equipo, miren la ruta recorrida juntos, redistribuyan las cargas y continúen la ruta con los ajustes necesarios. 

La bitácora de viaje

Una herramienta que es muy valiosa para mirar el pasado es llevar un pequeño registro del camino. En el caso de un núcleo o un grupo local, pensaríamos en un registro de actividades realizadas. Pero cuidado, tu caminar no son solo las actividades que publicas en redes sociales. Te sugiero que consideres algunos tópicos para registrar:

1. ¿Quienes son parte de tu grupo?¿Quienes se han sumado?¿Quienes nos han dejado? Ya sean personas en tu núcleo o grupos nuevos formándose en tu ciudad.

2. ¿Qué nos ha mostrado Dios en su Palabra? – Registra los estudios que están llevando o lecturas comunitarias, y registra algunos aprendizajes.

3. ¿Qué cosas salieron bien y qué cosas mejorarían? Evalúa las diversas iniciativas que surgieron.

4. ¿Por qué cosas están agradecidos?

5. ¿Cuáles fueron los grandes desafíos del semestre?

6. ¿Con qué recursos han contado?

Puedes ser tan formal o informal como prefieras, y si eres secretario de actas, creo que puedes ponerte creativo en tu rol, a veces basta solo con un archivo en el drive de tu grupo local. La memoria de los grupos es importante ¿Cómo la estamos resguardando? ¿Qué historias serán contadas? Un pequeño registro puede ser de gran ayuda para las futuras generaciones. 

 

Examinar, meditar, soñar

Tomar una pausa en el camino y examinar lo vivido nos permite ganar nuevas perspectivas. Podemos expresar gratitud sobre el pasado, reflexionar y evidenciar los aprendizajes y proyectarnos hacia adelante. Recuerdo estar en la directiva local como único miembro de ella, y tomarme una tarde de Julio para revisar todas las tareas que describe el manual del GBUista. En mi mente, sabía que había cosas que yo podía hacer, pero otras que no, por mejores intenciones que tuviera, no podía suplir todos los cargos faltantes de ese semestre. Algo que me animó mucho fue detenerme y ver que en realidad había cosas muy realizables, destaqué las que a mi parecer eran esenciales, como el compromiso financiero, llevar actas/registro y visitar los núcleos. Así planifique mi semestre para hacer mi pequeña función. No hubo gran estrés, esa tarde tranquila en mi pieza, fue el momento de recordar y encauzar el plan de ruta. Y también supe que no estaba sola, aunque la directiva era solo yo, el grupo de encargados de núcleo fue un gran ánimo para mí y recordé que la misión no estaba sobre mis hombros. Redistribuí la carga de la mochila y llegamos al final de la ruta.

Este es un consejo pensando en la vida del GBU, pero también es importante que llevemos un pequeño diario de ruta personal, detenernos y examinar nuestra vida. Puede ser una vez al mes y responder algunas preguntas que nos ayuden a meditar en lo vivido y pensar cómo embarcarnos en el próximo mes. Puedes tomar esto como un retiro personal.  Comienza este pequeño desafío para decir como el salmista: ‘Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.’ Salmos 90.12’

Por Alejandra Venegas

Asesora Nacional