Trabajar como asesor en GBU es mirar por una ventana muy especial del Reino. Estudiantes, misiones, Biblia. Hay muchas situaciones presentes y aún más futuros proyectados. ¿Qué ha significado para mí durante estos dos últimos años? Me parece que una definición útil es reaprender a confiar en el Señor. Reaprender en la crisis, en nuestra limitación y en las historias personales imperfectas.
¿Qué han significado para mí durante estos dos últimos años de trabajo en el GBU? …reaprender a confiar en el Señor. Reaprender en la crisis, en nuestra limitación y en las historias personales imperfectas.
Owen Bull
Al cuarto mes de recorrer los pasillos de la oficina (Valentín Letelier 1373), la parte del centro de Santiago en la que estamos ubicados quedó rodeada por vallas de seguridad. Corría octubre y la capital, junto a otras ciudades del país, cambió su ritmo. Por iniciativa del secretario general volvimos a usar nuestro espacio desde el martes 22, principalmente para interceder. ¿Alguien sabía qué es lo que iba pasar de ahí a fin de año? ¿De ahí a un mes? ¿De ahí a la semana siguiente? Creo que definitivamente ninguna persona humana. Así que nos afirmamos a quienes sí sabían. La Trinidad nos daba audiencia y en medio de la incertidumbre, crecimos en fe.
Las circunstancias sociales y políticas nos interpelaron a cada uno de nosotros. La crisis nos hacía entrar en crisis, y habiendo muchas opiniones y emociones, Dios nos permitió caminar en el reaprendizaje. Textos como Mateo 6:25 en adelante, “No os afaneis…” no hacían el mismo sentido. Hubo que redefinir lo que significa confiar en Quien sigue estando a cargo, aunque en Su estrategia permita escenarios inesperados. Y la ventana del Reino que tenía para hacerlo era privilegiada.
Posteriormente, la virtualidad rediseñó nuestras actividades y relaciones. Las reuniones de núcleo dejaron de ser el espacio en el que los estudiantes cambiaban el ambiente de las clases para chocar manos con amigos de otras carreras, almorzar juntos y reír. Se convirtieron en otra videollamada, a la que solo podrían asistir apartando el tiempo libre que bajo nuevas exigencias académicas había desaparecido. La manera de hacer misión vivió sus propias crisis, y como asesores vimos limitado nuestro alcance.
Esta fue una invitación para planificar diferente, pero también para reaprender lo que significa que la misión nunca ha dependido de nosotros. Así como afirman Marcos 4:27 “la semilla brota y crece sin que él sepa cómo” o 1 Corintios 3:6 “el crecimiento lo ha dado Dios”. Lo poco que tenemos y lo poco que podemos, nunca ha sido un problema para nuestro Señor. Y la ventana del Reino que he tenido para procesarlo ha sido privilegiada.
Finalmente, siendo asesor me he podido encontrar con temas que personalmente me sentía en deuda. La posibilidad de desarrollar un taller de charlas evangelísticas, discutir sobre disciplinas espirituales y experimentar relaciones oficiales de acompañamiento son solo algunos ejemplos de que el plan de Dios va más allá de nuestro currículum. Y esto es posible solo porque, como dice Efesios 2:10, son obras que “Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Si alguna vez pensamos que Él haría de nuestras historias verdaderas luminarias antes de usarnos, nuestra confianza en Él podría requerir un ajuste. Y la ventana del Reino que he tenido, ha sido para esto, privilegiada.
Me parece que todos estamos aprendiendo y reaprendiendo, seamos estudiantes o no. Mientras conozcamos en parte (como dice 1 Corintios 13:12), seguiremos reformulando lo que significa confiar en Dios. Tal vez este concepto sirva como resumen de mi paso como asesor. Pero ahora, ¿esto cómo se ve desde tu ventana?
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